Salomé con la cabeza del Bautista

 

Salomé con la cabeza del Bautista

Fotografía: Archivo Museo de Bellas Artes de Sevilla

Salomé con la cabeza del Bautista

Giovanni Battista Caracciolo

Ca.  1630.

Museo de Bellas Artes de Sevilla

Óleo sobre, 112 x 150 cm

 

El tema de la decapitación de san Juan Bautista es muy frecuente en la pintura del Barroco. Esta obra muestra la escena tras la decapitación y es original del pintor napolitano Giovanni Battista Caracciolo, conocido también como Battistello. Fue atribuida por Hernández Díaz a Caravaggio, considerada por Moir una copia de Battistello y atribuida definitivamente a Caracciolo por Pérez Sánchez, quien la sitúa en su periodo de madurez tras el regreso del viaje a Roma, hacia 1629.  Esta cronología es compartida por Valdivieso, que señala también su fuerte inspiración caravaggiesca y la posible procedencia de la Desamortización. 

Caracciolo fue uno de los más importantes seguidores de Caravaggio en Nápoles y realizó varias versiones de este asunto.   La composición de este lienzo procede de las interpretaciones que hizo el maestro en las pinturas que se conservan en la National Gallery de Londres y el Palacio Real de Madrid. Pero sobre todo se acerca a la versión de Londres, con importantes coincidencias en cuanto al tratamiento de la luz, el color y la composición. En ambas el punto de vista es ligeramente bajo y una intensa luz procedente del ángulo superior izquierdo resalta las figuras sobre un fondo oscuro, subrayando la sensación de inmediatez. La escena se ha reducido a lo esencial, acentuando su dramatismo en una composición cerrada: el verdugo que porta la cabeza de san Juan, una anciana sirvienta, a la que añade, respecto a la escena de Londres, la figura de una joven que sostiene la bandeja y dirige su mirada a Salomé, ricamente vestida como una dama de la época y representada de perfil. Un conjunto de expresiones graves, quizá compasivas o de rechazo marcan la complejidad sicológica de la escena. La personalidad del pintor se manifiesta en la elegancia en el tratamiento de la iluminación que realza la figura de Salomé y el refinamiento de algunos detalles de su vestido y adornos o el paño que cae de la bandeja. 

El estudio técnico de la pintura realizado con motivo de su reciente restauración en los talleres del museo, particularmente el radiográfico, aporta interesante información. Muestra una obra de laboriosa ejecución en la que inicialmente el pintor sólo incluye tres figuras y la cabeza del Bautista, al igual que las obras de Caravaggio en Londres o el Palacio Real de Madrid. El verdugo aparece representado con la habitual fisonomía de estas figuras en los martirios, de aspecto rudo y sin atisbo de culpa o compasión. Sostiene del pelo, sin mirarla, la cabeza del Bautista, que no centra en este caso la composición, y la figura que se convertirá en la obra final en una sirvienta joven en contraposición con la anciana, viste ropa menos recatada identificándose con una Salomé que dirige su mirada insolente al espectador.

 

                                                                                       María del Valme Muñoz Rubio

 

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