San Juan Bautista niño de Francisco Meneses

 

San Juan Bautista niño de Francisco Meneses

   Fotografía: Archivo Museo de Bellas Artes de Sevilla

San Juan Bautista niño. 

Francisco Meneses Osorio (Sevilla, h. 1640-1721).

Museo de Bellas Artes de Sevilla, en depósito del Museo de Santa Cruz, Toledo.

Óleo sobre lienzo, 125 x 92 cm.

 

Los datos sobre Meneses Osorio que aportan los documentos conservados no permiten conocer a fondo su larga biografía artística, que debió comenzar a comienzos de los años sesenta del siglo XVII. Esta escasez de información hasta su muerte en 1721 impide establecer una línea que articule la evolución de su producción, tan solo apoyada en las obras firmadas y fechadas. La historiografía desde Ceán Bermúdez coincide en señalar su dependencia de Murillo en su producción y estilo. Sin embargo, a la vez que este aspecto es evidente, otras obras firmadas permiten percibir en ocasiones una personalidad propia.  Pero no es este el caso de la obra que comentamos. Aquí, Meneses manifiesta esa relación estrecha con el maestro, que se pone de manifiesto no sólo al ser el continuador del encargo para los Capuchinos de Cádiz, sino también por haber sucumbido a su éxito -comercial y como eficaz creador de imágenes de devoción- aunque limitado por su capacidad técnica respecto al anterior. 

En esta representación, San Juan Bautista aparece como un niño que anuncia el papel de que ejercerá en su madurez: predecesor de Cristo para preparar al pueblo a la venida del Mesías. Como relata san Lucas (Lc. 1:7-9), su singularidad se manifiesta muy pronto, pues estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre. El arcángel Gabriel había anunciado a Zacarías, su padre, que su mujer Isabel, pariente de la Virgen, de edad avanzada, le daría un hijo grande a los ojos de Dios. La pintura presenta los signos de la vida austera que predice Gabriel, cuando se aparte al desierto y vista de piel de camello. La figura nos adelanta su misión al señalar al cordero, que simboliza a Cristo, mientras que en fondo se desarrolla la escena del bautismo de Cristo por él. El aspecto amable de la niñez del Bautista le lleva a omitir toda alusión al episodio de su muerte cruenta. 

La composición debe de ponerse en relación con el San Juan Bautista Niño de Murillo, tema recurrente en su producción, conservado en la colección del duque de Buccleuch, realizada hacia 1670, y que sigue cercanamente Meneses. Aparte de las diferentes técnicas de ambos pintores, por la que Meneses presenta un dibujo más apretado y una pincelada más densa que la de su maestro, esta pintura altera algunos detalles compositivos, como la escena del fondo con el Bautismo de Cristo o la tela rojiza que cubre las piernas del Bautista. Aunque la postura del cuerpo apenas varía, se altera la posición de la cabeza, que en la versión de Murillo mira de perfil hacia el grupo de ángeles, en la obra de Meneses el niño nos dirige su mirada mientras esboza una sonrisa.

 Ignacio Cano Rivero

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